Fuera, sobre ese verde mar, resaltan los coloridos saris de seda de las colectoras tamiles. Dentro, tal vez se notará más de una tímida sonrisa de bienvenida. En las estaciones, los vendedores pregonan sus mercancías, a destacar los deliciosos buñuelos de maíz y guindilla que venden envueltos en viejas hojas de libreta. ¿Comerse uno mientras el paisaje pasa ante los ojos? Sublime.